En una población de Barcelona, Torroella de Fluvía (Alta Empordá), un grupo de inmigrantes que ocupaban una barraca, fueron desalojados utilizándose para el caso malas maneras. Estos inmigrantes acusan al alcalde Pere Moradell (PSC) de permitir al propietario de la parcela que ocupaban, primero rociar con gasolina los colchones, ropa, comida y bicicletas y posteriormente quemar las escasas pertenencias que con tanto esfuerzo poseían.
El alcalde en mención de momento niega toda la acusación y declaró que no estaba presente el día del incendio, tal como declaran los inmigrantes afectados. Tampoco los Mosos de escuadra, tenían conocimiento de ninguna orden judicial de desalojo.
Después de este desalojo los propietarios de la parcela colocaron una puerta a la barraca para que los inmigrantes no volvieran.
El alcalde en mención de momento niega toda la acusación y declaró que no estaba presente el día del incendio, tal como declaran los inmigrantes afectados. Tampoco los Mosos de escuadra, tenían conocimiento de ninguna orden judicial de desalojo.
Después de este desalojo los propietarios de la parcela colocaron una puerta a la barraca para que los inmigrantes no volvieran.